Chazon Children Centre en el corazón

Entre el 29 de agosto y el 18 de septiembre de este año viajé a Kenya para vivir una experiencia de voluntariado en África. Chazon Children Centre, un colegio situado en Molo, en el Rift Valley es el lugar donde viví esta experiencia, que hasta ahora ha sido la mejor de mi vida.

Mi idea de África es la que sale por la televisión, que supongo que una/o, si no sale de su casa, y sólo ve la televisión es la idea que se puede hacer de determinados lugares del mundo o situaciones. Recuerdo que Elizabeth, la hermana de Lucy, directora de Chazon Children Centre, me preguntó un día por la mañana mientras esperábamos el matato (medio de transporte en Kenya) en su barrio para ir al centro de Nairobi que cómo me imaginaba las casas de África antes de viajar al continente. Le dije que me las imaginaba más o menos como las que vi en Nairobi. Como la suya y la de Patrik, hermano de Lucy. Pero no era cierto. Me imaginaba que eran casas sin agua, taza del water, lavabo y sin bañera todas ellas. Esa era la idea que tenía de África. La que sale por la televisión o la idea que yo me había hecho.

Salí del Aeropuerto del Prat, Barcelona, el 29 de agosto. Era domingo. Primero tenía que volar a El Cairo y después hacer transbordo allí hacia Nairobi. Mi avión salió con tres horas de retraso de Barcelona. A la capital egipcia llegué a las once de la noche, más o menos. Mi avión hacía una hora que se había ido, como es lógico. Me resolvieron la situación en el el aeropuerto de El Cairo y desde allí volé a Nairobi con Kenya Airways; no con Egiptair, que es con quien volé de Barcelona a El Cairo y con quien tenía que haber seguido volando hasta Nairobi.

En el avión hacia Nairobi me tocaron como compañeros de vuelo dos hombres de El Cairo. Uno de ellos se bajó en Khartoum (Sudan). El otro iba más allá de Kenya. El avión en el que viajé de El Cairo a Nairobi venía de no sé dónde de África. Su destino final no era Nairobi, como yo pensé. Era otro país, otra capital africana cuyo nombre no recuerdo. Tras tres horas de vuelo aterrizó en Khartoum, capital de El Sudan. Hasta entonces, los otros pasajeros tenían la piel entre blanca y negra, más o menos, o de color blanca pero no mucho. En Khartoum, definitivamente un chico de Holanda que conocí en El Cairo y yo éramos los blancos del avión. Me fascinaron los rasgos fuertes y bellos de los rostros de los hombres y las mujeres. Especialmente, de las mujeres. La mujer es muy importante en el continente africano. También me fascinó el olor dulce que desprenden las personas de África. Mi corazón estaba feliz. Después de Khartoum volamos hacia Nairobi. Cuando despegamos de Khartoom era el tercer despegue del día. Bueno, ya era otro día. Yo no podía dormir. Mi compañero de vuelo me contó que trabajaba como de viajante o algo así y que se pasaba el día volando y visitando ciudades de África. Cuando llegamos a Nairobi, ese avión iba hacia otro país, muy alejado de Kenya.

Aterrizamos en Nairobi. Miré por la ventanilla. Era de día. Me parecía que estábamos aterrizando en la Sabana Africana. Vi uno de esos árboles de la Sabana Africana que salen en las películas y documentales, que parece que están tiesos, con las ramas como disparadas.

Cuando me bajé del avión en Nairobi, fui por donde va caminando todo el mundo en esos casos. Hice la cola en inmigración o para los ciudadanos no africanos. Mientras hacía la cola con el pasaporte y el carnet de las vacunas que tanto me habían dicho en Barcelona que era obligatorio que llevase porque es obligatorio para entrar en Kenya, para demostrar que estás vacunado de la fiebre amarilla; y que finalmente no me pidieron; me di cuenta que todas las personas llevaban un papel que yo no llevaba. Así que tuve que dejar la cola e ir a buscar el papel y rellenarlo. Me faltaba el papel para rellenar para que me dieran el visado. Volví a la cola y finalmente llegué al mostrador. Allí me hicieron el visado, tras pagar 25 dólares. Creo que esa fue la cantidad. Pero no lo puedo asegurar. Lo que sí sé es que no sirve llevarlo en euros. El visado en Nairobi hay que llevarlo en dólares. No cogen euros, al menos no fue así entre agosto y septiembre de 2010. Me tomaron varias huellas, me hicieron alguna que otra pregunta acerca del motivo de mi viaje y poco más. Cuando dije que iba a hacer un voluntariado en Chazon Children Centre, el hombre del mostrador me dijo que conocía el centro.

Cuando me dieron el visado, fui a buscar mi mochila. Estaba perdida. Era de imaginar. Había volado con una compañía aérea diferente a la que me correspondía realmente.

Después de estos dos trámites: visado y buscar la mochila, miré por la puerta enorme de cristal, la puerta corredera que separa a los viajeros de las personas que van a buscar a éstos al aeropuerto. Quería ver si estaba allí Patrik. No lo había visto en mi vida, pero pensé que a lo mejor llevaba uno de esos carteles que ponen: “Almudena, Spain” o “Chazon Children Centre”. Pero no vi ningún cartel. Llamé por teléfono a Lucy, para avisarle lo que me había pasado, para que avisara a Patrik, su hermano, de que mi avión había llegado con retraso. Pensaba que Patrik llevaba tres horas en el aeropuerto esperándome y yo estaba muy preocupada por esa espera suya. Cuando intenté llamar a Lucy, esposa de Samuel y ambos dos directores de Chazon Children Centre, no pude localizarla. No tenía activado algo en mi teléfono para poder hacer llamadas en Kenya. Así que hablé con un chico que trabajaba en el aeropuerto y le expliqué mi historia. Entonces él llamó con su teléfono a Lucy. Ésta pensó que yo llegaría el día 30 por la noche. No me esperaban para la madrugada del día 29. Me esperaban para la madrugada del día 30. Yo les dije que realmente llegaba el día 30, porque ya era día 30, pero eran las cuatro de la mañana la hora a la que llegaba. Se hicieron un lío con eso y no estaba Patrik, su hermano, allí. Así que todo salió perfecto en ese sentido. El retraso del avión no estuvo mal, porque Patrik no hubiese estado tampoco a las cuatro de la mañana. Desde que salí de Barcelona con ese retraso de vuelo, toda mi preocupación era localizar a Lucy para que avisara a Patrik. Mi vuelo fue un vuelo lleno de nervios por la preocupación del retraso y porque sabía que al cambiarme de compañía aérea en  El Cairo, la mochila se iba a extraviar. Pero cuando hablé con Lucy, me dijo que Patrik iría enseguida a buscarme.

Mientras esperaba a Patrik cambié el dinero. Patrik no tardó en llegar. Estaba allí esperándome al otro lado del cristal. Yo me puse muy contenta al verlo y lo saludé con efusividad. Salimos del aeropuerto el día 30 de agosto hacia las ocho de la mañana y nos fuimos hacia su coche. Recuerdo el color de las paredes de las casas y el cielo de Nairobi. Las casas eran bajitas, el cielo se veía inmenso, y las casas eran de color amarillo. Recuerdo esa luz del día que incidía en los colores de las casas de Nairobi y me imaginé que era así en toda África. Un color del día que incide en los colores de ese continente. Por el camino del aeropuerto a casa de Patrik, éste me dijo que “caribou” significa “bienvenido”. Los idiomas oficiales en Kenya son el kiswahili y el inglés. El original es el kiswahili. En Kenya existen como cuarenta idiomas. En la zona de Molo y alrededores se habla mucho el kikuyo.

Patrik me llevó a su casa. Allí estaban Robert, Peninah y otra chica. La esposa de Patrik es Peninah y Robert es sobrino de Lucy. Robert vive en Molo, como Lucy y Samuel. Estaba en Nairobi en esos momentos, pero no vive allí. Comimos hodcacackes y bebimos te keniano. Yo tenía mucha vergüenza. Estaba allí con personas que no conocía de nada y me tenían en su casa dándome su comida. Estuve sentada en el sofá un buen rato. Sonaba música en la radio. A eso de las 10:30 me moría de sueño. Durante el vuelo Barcelona-El Cairo, El Cairo-Nairobi, no dormí. Peninah se fue a preparar la habitación para que yo durmiese. Antes de pasar a ésta, conocí a Nigel. Se pronuncia Naigel. Me costó mucho decir bien su nombre. Tiene dos años. Al cabo de un rato, Peninah me llevó a la habitación de Patrik y la suya o la de Nigel y me dormí. Dormí un par de horas o menos, pero me pareció que había dormido horas y horas. Me levanté a las 12:30 y me fui al comedor. Estuve casi todo el rato con Robert. Luego estuve con Nigel y Aron, el amigo de Nigel. Los dos niños son una preciosidad.

Robert y yo estuvimos viendo la televisión. Peninah se fue al cabo de un rato. Patrik hacía rato que se había ido. Prácticamente se fue al poco del desayuno, que me parecía que había pasado otro día, desde que eso ocurrió; y tan sólo hacía unas horas de todo eso. Después de un rato, comimos. La comida era legumbres, verduras y arroz. Es la comida principal en África. Otra de las comidas principales es el “ugali”. Es maiz con agua. Se cuece hasta que se convierte en una especie de pan. Tiene la apariencia de un trozo de queso grande. Se corta como el queso. A mi me recordaba a eso. A otra persona, le sugerirá otra cosa. El porrish, el gari y los ndazi son algunas de las comidas principales en Kenya.

Después de comer, estuvimos un rato más en casa y luego nos fuimos. Robert y yo cogimos un matato. Es una especie de furgoneta. Nos fuimos al centro de Nairobi. El matato era una auténtica locura. Las personas van apretadas unas junto a otras. Para mi fue una experiencia inolvidable la de ir en matato en Nairobi. La experiencia más grande de ir en un transporte público la he vivido en Nairobi.

Robert y yo nos bajamos en el centro de Nairobi. Esa también ha sido una de las experiencias más grandes que he tenido en una gran ciudad. Fuimos a una tienda y Robert me presentó a David; “un amigo mío de hace mucho tiempo”, me dijo. Después cogimos otro matato y yo me dormía a ratos. Llegamos a la zona donde viven Patrik y Peninah y fuimos a casa de Elizabeth. Allí estaban Lucy y Samuel. Elizabeth es la hermana de Lucy. Vive en Nairobi también, como Patrik. Lucy y Samuel son los directores de Chazon Children Centre. Viven en Molo. A tres horas en coche de Nairobi. Habían ido a buscarme para ir con ellos a Molo. Lucy, Samuel y yo estuvimos hablando un buen rato. Yo me sentía como si llevase días en Nairobi y al estar allí finalmente, con Lucy y Samuel, era como que finalmente estaba en casa. Allí, con ellos, en la casa de la hermana de Lucy, me sentía como si estuviese con mi familia de África en el mundo. Me transmitían serenidad.

Yo estaba muy cansada. Llevaba unas 36 horas sin dormir. La siesta matutina me había sabido a poco. Lucy se puso a preparar la cena y yo me quedé hablando con Samuel. Cuando nos fuimos a dormir eran cerca de las doce de la noche. Yo había salido de Barcelona un domingo a las diez de la mañana de mi casa y me iba a dormir en una cama varias horas seguidas un lunes a las doce de la noche.

Al día siguiente era 31 de agosto. Dormí hasta las once de la mañana. Lucy y Samuel se habían despertado mucho antes y se habían ido al centro de Nairobi. Elizabeth y yo fuimos a coger el matato. De nuevo viví una gran experiencia en el matato. Llegamos al centro de Nairobi y nos encontramos con Lucy y Samuel y nos subimos los cuatro en un matato para ir a comprar uniformes para los niños de Chazon. Nos confundimos de matato y cruzamos una carretera con un tráfico impresionante. Cogimos otro matato y no tardamos mucho en bajarnos. Llegamos a una especie de descampado que parecía un polígono. Allí había una especie de comedores para comer. Era un lugar donde se percibía la pobreza y las condiciones de vida de muchas personas de Nairobi. Vi unas vías de tren. Me pregunté sí serían las mismas que salen en la película “El Jardinero Fiel”. Me acordaba de Tessa; la protagonista del libro y película. Un libro cuya historia transcurre en Kenya y en Nairobi; en un barrio que se llama Kibera, el más pobre de la capital y con un millón o más de personas viviendo en chabolas. Realmente no sé cómo se llamaba el barrio donde estuve con Lucy y Samuel. Allí estuvimos mucho rato. Fuimos a una especie de nave industrial donde había como fábricas y tiendas. Muchos negocios mezclados unos con otros y muy seguidos. Y el lugar donde todas las personas trabajaban era como una nave enorme. Muchas personas me miraban por mi color de piel blanco.

Después de pasarnos horas caminando, volvimos al centro de Nairobi. Allí nos despedimos de Elizabeth y emprendimos un largo viaje en matato hacia Molo. De Nairobi a Molo hay unos 200 kilómetros, más o menos. La carretera está bien hasta poco antes de llegar a Molo. Tardamos en llegar a Molo bastantes horas por el tráfico de Nairobi y por el estado de la carretera de la zona cercana a Molo. Yo estuve durmiendo un buen rato. Me daba pena dormirme y perderme el paisaje, pero estaba cansada. Cuando me desperté, todavía era de día. A mi me parecía que llevábamos horas en el matato. Realmente, perdí la noción del tiempo en el matato. El paisaje que vi cuando me desperté era de África. Del lugar en el que estuve 20 días de mi vida.

En Nakuru cambiamos de matato. El resto del camino hacia Molo lo hicimos de noche. Estaba anocheciendo cuando llegamos. Allí hacía calor. Tan sólo está a 23 kilómetros más o menos de Molo y aquella ciudad, la cuarta más grande de Kenya, parecía otro lugar más alejado de Molo del clima tan agradable y caluroso que hacía allí por la noche. En Molo hace frío a esas horas. Antes de llegar a Nakuru, vi el lago. Robert me había hablado de él en Nairobi. Me dijo que lo vería desde el matato. Es muy grande. Al llegar a Molo hacía un poco de frío. El medio de transporte de Molo es el matato y las motorbikes. Samuel, Lucy y yo estuvimos esperando a que nos viniesen a buscar. Llegó un hombre con su coche que nos llevó a casa de Lucy y Samuel. Llovía. Allí conocí a Dave y Jemima, hijos de Samuel y Lucy.

Al día siguiente era día 1 de septiembre. Realmente era mi primer día en Molo. El lugar por el que había ido a Kenya. Lucy me dio información del voluntariado en Molo y en Chazon. Después fuimos a Chazon, al colegio. Bajamos caminando al centro del pueblo. Estaba todo lleno de barro. Un día después de llover, siempre se quedan así las calles de Molo. Hay calles por las que hay que caminar con mucho cuidado. Fue una aventura bajar al centro del pueblo. Lucy me decía: “African experience, María” (Experiencia africana, María). En Molo me llamaban María. Mi nombre completo es María Almudena. Nadie me llama así, ni tampoco María en España, pero cuando dije en Nairobi y Molo que me llamo Almudena, me preguntaron si tenía otro nombre y les contesté que María Almudena. Me preguntaron si me podían llamar María y les contesté que sí. Así que durante 20 días de mi vida en África fui María. Al llegar al centro del pueblo cogimos un matato y depués subimos caminando hasta Chazon Children Centre. El colegio estaba cerrado esa semana. Los niños estaban de vacaciones. A mi me lo dijeron Samuel y Lucy el día anterior en Nairobi, cuando me fueron a buscar. Este detalle, que en un principio pensé que si lo llego a saber, hubiese escogido otra fecha para ir a Molo; una en la que el colegio estuviese abierto; también es lo mejor que pudo pasar. Esa semana no hice voluntariado en el colegio. Lo hice en el pueblo.

En Chazon, esa mañana, estuve haciendo fotos. Lucy me decía: “La semana que viene esto estará lleno de niños. Muchos niños”. En esos momentos era como estar en el campo, rodeada de naturaleza. Lucy me iba hablando de otros voluntarios que habían estado en Chazon. Me hablaba de Álvaro, Cristina, Iratxe, María, que creo que es Mencha. Me hablaba de muchas personas. Y me hablaba de los proyectos que tenía cada uno en Chazon o de las cosas que habían hecho. Hice fotos a la electricidad que puso Álvaro, a la cesta de baloncesto que puso Iratxe, al almacén de leña que construyeron entre varios voluntarios, al huerto (samba, en kiswahili). Estuve paseando por Chazon.

Después de un rato transcurrido en Chazon aquella mañana, empezó a llover. Cuando terminó de llover, nos fuimos de nuevo a coger el matato. Bajar por el camino fue una aventura una vez más. Nos agarrábamos a los alambres de las vallas. Éstos se me clavaban. El camino estaba resbaladizo. Fue costoso bajar. Nos llevó un buen rato. Por el camino nos encontramos con dos mujeres. Una de ellas llevaba un bebé a las espaldas. También nos encontramos con unos niños que iban descalzos, con leña cargada a sus espaldas. Yo los saludé la mar de contenta. Eran una preciosidad. Muy pequeños y cargando leña y caminando con total seguridad y tranquilidad. Era como si el camino lleno de barro y resbaladizo estuviese hecho para sus piececitos y sus piececitos para ese camino. Los saludé y me empezaron a seguir y a desviarse de su camino a su casa. Se reían y hablaban entre ellos. Hasta que uno de ellos creo que les advirtió a los otros que se tenían que dar la vuelta y me despedí de ellos. Finalmente llegamos a la parada del matato para esperarlo. Llegamos al centro de Molo de nuevo y Lucy me llevó a la casa de su madre, Mary. Allí comimos. Conocí a Brian y a la madre de Elizabeth y Robert.

Por la tarde, Dave y Robert me acompañaron a comprarme ropa al mercadillo. No tenía mi mochila y necesitaba algunas cosas. Mi mochila llegó cinco días después. También fue una aventura para mi caminar por el mercado de Molo. Después fuimos al supermercado. El mercado en Molo es más barato que el supermercado. El supermercado en Molo es caro. En proporción, no hay mucha diferencia de precio en los productos con respecto a España.

Al día siguiente era jueves día 2 de septiembre. Me levanté a las siete de la mañana y después de desayunar bajé con Dave al pueblo. Después nos reunimos con Samuel y Lucy y yo me fui con los dos a visitar una familia; una familia que vive en una situación de pobreza extrema. Por el camino me encontré con muchos niños. Los niños de Molo y de Kenya en general, cuando ven a una persona del piel blanca, le dicen: “How are you?” (¿Cómo estás tú?). Empiezan a saltar y a bailar mientras cantan y repiten sin cesar: “How are you?, How are you? How are you?”. Aunque vean a esa persona a varios metros de distancia y desde cierta altura; le saludan sin cesar. Les encanta saludar a las personas de piel blanca.

La casa a la que llegamos es la de Moses y William. Judith, una voluntaria de Barcelona que estuvo en Molo ha amadrinado a Moses. Moses tiene unos cuatro años. A William lo he amadrinado yo. Tiene unos siete años. Cuando vi la casa en la que viven los dos niños se me partió el corazón. Alrededor de la casa había varios niños jugando. Son vecinos de Moses y William. Moses y William están casi siempre solos. Su madre se fue de la casa y el padre sólo va por las noches a dormir. Su padre no trabaja y si ha podido conseguir comida durante el día, los niños podían ingerir una comida al día: pero era la única que hacían al día mientras no iban al colegio. Normalmente era la única comida que tenían al día y a veces, ninguna. La casa tenía una habitación donde allí cocinaban y dormían. No había cama. Dormían en el suelo. En el suelo lleno de tierra. Para que el recuadro en el que dormían fuese la cama habían puesto alrededor trozos de piedras. Allí dormían Moses, William y el padre de ambos. Se tapaban con sacos de patatas, con la misma ropa que tenían por allí esparcida por toda la habitación, que era todo lo que componía la casa. En Molo hace mucho calor por la mañana. El sol pega fuerte. Pero hacia las cuatro de la tarde empieza a bajar la temperatura. Anochece a las siete siempre. Por la noche hace frío. La casa tenía humedad. La tierra tarda en secarse. Necesita varias horas de rayos de sol para secarse. El día anterior había llovido. Casi todas las noches llovía en Molo. Los niños pasaban frío allí dentro. Estuve allí un rato en silencio y me quedé impresionada de la situación de vida de los niños. Salí un rato al aire libre y estuve con los amigos de Moses y William y con éstos. Lucy me dijo que el sábado iríamos a limpiar la casa y que pondríamos una cama para ellos con el dinero que les había dejado Cristina, una voluntaria de España que les dejó dinero a Lucy y Samuel para la compra de la cama.

Mientras volvíamos caminando hacia el centro de Molo, yo iba con una fila de seis o siete niños. Dos me daban la mano y los otros daban la mano a los otros. Íbamos todos felices caminando. Ellos me miraban y me sonreían. Yo me sentía feliz. Iba también con el corazón encogido, pensando que William y Moses tenían que pasar dos noches más así.

En Molo, aquella tarde noche, Lucy compró pinturas para pintar las paredes de algunas clases de Chazon. Yo me fui con Emily, prima de Jemima y Dave y sobrina de Lucy y Samuel; y Jemima a dar un paseo. Emily me llevó por la zona de su casa y por las vías del tren. Llegamos al pueblo y estuvimos caminando un rato. Jemima no quería volver a casa, quería caminar por el pueblo. A Emily y a mi no nos pareció una buena idea. Habían muchas personas y estaba casi anocheciendo. Finalmente Emily logró convencer a Jemima y le llevó durante todo el trayecto de vuelta a casa a sus espaldas. Jemima se durmió sobre la espalda de Emily. A Jemima a veces le llaman Jamayma. Yo a veces le llamaba así también. Después de dejar a Jemima en casa, me fui a casa de Emily. Estuve con su familia. Tiene seis hermanos y hermanas. David, Joel, Anne, Miriam, Joseph y Ibrahim. Lamento no acordarme de todos los nombres exactamente. Es más que probable que no todos los haya escrito bien. La familia me encantó. Todos llevaban en la cabeza un gorro de color blanco como hecho de ganchillo. La madre me puso te keniano. Son de una religión que desconozco. Creo que un tipo de religión protestante. Hay ciertos alimentos que no ingieren por religión. Algunos de ellos tenían los ojos muy rojos. Muchos niños tienen los ojos así en África. Estuvimos hablando un rato y después Miriam me acompañó a casa.

Emily y Miriam van a Chazon. Emily está en quinto y Miriam en séptimo. Tienen un tono de voz suave y dulce. Hablan muy bajito. Me encanta su inglés. Tienen una pronunciación muy clara. Me resultaba más fácil entenderlas a ellas, que a otras muchas personas cuando hablan este idioma. Tienen once y trece años, respectivamente.

Al día siguiente era 3 de septiembre viernes.  Me levanté hacia las 08:30. Me fui con Dave al hospital. Estuvimos dando un largo paseo por Molo. Me enseñó un colegio de secundaria al que fue durante dos años y me enseñó otros colegios de Molo. Después estuvimos caminando por un puente. El puente es muy largo. Caminamos por encima y por debajo del puente. Había muchas vacas y ovejas. Pasamos por varias zonas donde había muchos niños. En Molo hay muchos niños. Los niños de África son un encanto. Son todo amor. Su mirada es limpia y pura y sus rostros están llenos de luz. Contínuamente me daban la mano. Se acercaban corriendo y me daban la mano. Les encanta ver el visitante de piel blanca. Son niños con el alma blanca.

Después, Dave y yo volvimos a casa. Aquella tarde, me quedé sola en casa. Miriam vino dos veces a casa. La primera vez no lo hice mucho caso. La segunda vez que vino me dijo: “Vengo a estar contigo”. Pasamos la tarde juntas Miriam, Jemima y yo. Empezó a llover ahí fuera con fuerza. Nos pusimos a hablar de películas. Le gustó mucho “The Lion King”. A mi también me gustó mucho esa película. León pequeño en kiswahili es “simba”. En la película hablan varias veces en kiswahili. Me enteré en Kenya de todo esto. “Hakuna matata”, que tanto lo dicen en la película, significa: “No te preocupes. No pasa nada”. O “No te preocupes. Sé feliz”. Después nos quedamos un rato en silencio escuchando el sonido de la lluvia afuera. Al cabo de un rato de estar así, vino Emily, su hermana, a buscarla. Y poco tiempo después vinieron Dave y Robert. Y más tarde, Lucy y Samuel. Lucy y Samuel trabajan mucho. Se pasan el día en el colegio y después continúan su trabajo en Molo, por el pueblo, visitando familias, hablando con niños que viven en la calle, yendo a la iglesia, donde hablan de sus proyectos para ayudar a los niños y familias de Molo que viven en situaciones de pobreza. Aunque esa semana no había clase, ellos seguían con su trabajo.

Aquella tarde con Miriam, me preguntó si volvería a África. Le dije que sí. Me preguntó si volvería a Kenya. Le dije que sí. Y finalmente me preguntó si volvería Molo. Y le contesté que sí. Y entonces supe que volvería seguro.

Al día siguiente era 4 de septiembre, sábado. Ese fue quizá el día más importante de mis días en Molo. Lucy y yo fuimos a casa de William y Moses. Fuimos a comprar la cama que ella y Samuel habían visto dos días atrás. También fuimos a comprar mantas para la cama, pan y cacao en polvo y bananas para los niños. Llegamos a la casa de los niños. Allí estaban Marion, otra chica que ahora no me acuerdo de su nombre, Margaret y Anne. Anne cuida de Jemima cuando Lucy y Samuel trabajan. Las seis nos pusimos a recoger la tierra con palas y a colocarlas encima de los sacos de patatas o en cubos de goma que había en la habitación. A medida que la íbamos colocando, la íbamos tirando afuera. Después, ellas se pusieron a barrer con hojas de árboles. Cuando termnaron, colocaron la cama, que horas antes había traído un hombre en una  motorbike. Cuando montaron la cama, pusimos las mantas. Anne lavó a los niños en un barreño, tras calentar agua que los niños habían recogido de la fuente. El agua la calentaron con trozos de ramas en un barreño, de metal o latón. Desconozco el material. En un rincón, al lado de donde William, Moses y su padre habían dormido durante no sé cuánto tiempo. Allí calentó el agua Anne. Después lavó primero a Moses y luego a William. Los bañaron entre Anne y Marion. La otra chica, a ratos yo, y a ratos Marion, quemamos las ropas y todo lo que había en la casa que estaba completamente infectado. Cuando limpiamos la casa, encontramos los restos de un gato muerto. Sólo quedaba la cabeza y prácticamente el esqueleto. Mi corazón cada vez estaba más encogido. Marion, Anne y la otra chica prendieron fuego a todo lo que no servía. Incluso las botellas de alcohol que había por casa, zapatos, ropa, sacos, botes, peines, todo. Realmente no fue bueno para la tierra, ni para el medio ambiente. Por aquella acción, me sentí impotente. En Kenya, la basura está tirada por las calles. No hay papeleras, ni cubos de basura.

William se quedó mirando el fuego con una mirada que se me clavó hasta dentro. Que no olvidaré jamás. Moses se sentó a su lado. Observar a esos niños mirando como ardían cosas de su casa, tras haber habilitado un poco las condiciones de ésta, ha sido la experiencia humana más fuerte que he vivido.

Después de bañar a William y Moses; Marion, la otra chica, Margaret y Anne prepararon el chocolate. De nuevo hirvieron el agua. Era chocolate con agua. No era leche. Comieron pan. El pan de molde no tenía nada dentro. Ni nocilla, ni chocolate, ni mantequilla, ni mermelada. Se comieron el pan con verdadero apetito. Tenían mucha hambre. A mi me estaban entrando ganas de llorar cuando los vi comer sentados el uno al lado del otro. Entonces, Samuel se puso a rezar y a dar las gracias. Yo me eché a llorar mientras él hablaba. No entendía muy bien lo que decía. Pillaba el contexto. Yo no me podía contener. Mientras él rezaba, las otras mujeres asentían. Le contestaban. Yo aproveché para llorar. Nunca he vivido antes tanta falta de comida y de higiene. Lo he visto en la televisión, pero no es lo mismo. No tiene nada que ver. Tenía justo enfrente de mi a Moses. Intentaba que no me viese llorar. Finalmente, se me pasó el berrinche. Después salimos un rato fuera de la casa todos y sólo se quedaron dentro William y Moses. Me asomé a la ventana desde fuera y los miré. Me sonrieron. Estaban sentados, callados. De esa experiencia de aquel día en casa de Moses y William, me quedo especialmente con la mirada de William mirando el fuego y con la solidaridad entre las mujeres en África. Ellas son muy importantes para África.

Después volvimos al centro del pueblo y luego nos fuimos a casa. Cenamos, comentamos entre nosotros la experiencia de luz tan bonita y tan dura que habíamos vivido ese día y después nos fuimos todos a dormir, realmente agotados.

Al día siguiente, día 5 de septiembre era domingo. Se cumplía mi primera semana en Molo. Más bien, se cumplía una semana desde que salí de Barcelona. Parecía que llevaba mucho más tiempo. Por la mañana me fui a la iglesia con Dave, Samuel, Jemima, Miriam, Joseph y Emily en la furgoneta de Chazon. Estuve toda la mañana en la iglesia. Escuché los cantos, los rezos y vi como lloraban con puro sentimiento.

Después Samuel, me pidió que dijera unas palabras. Las dije en inglés y Samuel las tradujo al kiswahili. Después me fui a jugar con los niños fuera de la iglesia. Tras la estancia allí nos fuimos a comer a uno de los bares del pueblo. Por la tarde estuve en casa con  Miriam, Anne, Jemima, Joel, Joseph, y Emily. Se pasaron la tarde jugando fuera de casa. Yo estuve un rato con ellos. Jugamos al escondite en casa. Fue muy divertido. Muy muy divertido. Les expliqué el juego emocionada de la vida y resulta que lo conocían de sobra. Es su juego favorito en Chazon, junto con el parachute que les llevó Iratxe y el juego del pañuelo.

Al día siguiente, día 6, se cumplía mi primera semana en Kenya.

El lunes día 6 de septiembre fuimos con la “van” (la furgoneta de Chazon) a Chazon Children Centre. Antes de llegar, ésta encayó en el barro, en la carretera. Estuvimos empujando la “van” entre varias personas. Anteriormente, habíamos estado en una casa donde vive una familia. Tienen un niño de unos tres años. El niño me hablaba en su idioma de estar aprendiendo a hablar. Adoré a ese niño en cuanto lo vi. Me recordaba a alguien muy familiar para mi. Quería que lo cogiera todo el tiempo. El niño tiene un hermano mayor. Su familia tiene muchas patatas. Pequeñas patatas. Samuel y Lucy compran las patatas allí para plantarlas en el huerto de Chazón. En la samba. Robert y Dave estuvieron recogiendo las patatas con Samuel y metiéndolas en un saco.

Llegamos a Chazon. Los profesores estaban sentados en sillas en la hierba. Después entraron en el centro y se sentaron en sus asientos. Después de un rato, Samuel me pidió que me presentara. Luego lo hicieron ellos.

Conocí a Damaris y Massip, que trabajan en la cocina. Me lo pasé muy bien ese rato con ellas. Ese día conocí los paquetes de “Jari” («fat», en inglés. Grasa, en español). Con él hacen el  porrish, alimento muy nutritivo para los niños en África. Es como una especie de sopa de maicena. Tiene ese tipo de textura.

Mi voluntariado en Chazón empezó el martes día 7 de septiembre. Samuel me pidió que me presentara a los niños. Así lo hice. Ellos me cantaron una canción que decía “jambo” (hola, en español) y “Hakuna matata”. Después me fui a la cocina con Damaris y Massip. Estuve pelando patatas, fregando las tazas y ayudando a servir la comida. También estuve con Mary haciendo juegos con los niños. Cuando salimos del colegio, fui con Lucy al mercado y con Moses y William para comprarles ropa.

El miércoles día 8 llegó a Chazon Francis Quim. Es uno de mis niños, de los niños que tengo amadrinados en Molo. Desconozco el tiempo que estuvo durmiendo en la calle. Llegó a Chazon caminando descalzo. Samuel y yo estuvimos hablando sobre qué podíamos hacer. En cuanto vi a Francis supe que era por algo. Supe que me lo había traído la vida. El niño me entendía bastante de lo que le decía para no saber inglés. Samuel y yo no sabíamos qué hacer cuando vimos al niño en el colegio. Yo pensaba que lo había llevado él. Me dijo que no. Le estuvo prenguntando a Francis quién lo había llevado y él dijo que había ido él solo caminando. Samuel y yo pasamos un rato de luz sentados en la hierba hablando sobre las posibilidades que teníamos para cuidar del niño.

Después de comer, Robert, Francis y yo fuimos a la zona donde vive la madre de Francis. En otro pueblo lejos de Molo. Fuimos en dos matatos. Cuando llegamos al sitio donde vivía su madre, preguntamos por ella y nadie sabía dónde estaba. Volvimos a Molo y después de un rato que pasé con Francis en un bar, fuimos a la iglesia donde hay unos niños que se volvieron locos conmigo. Después de que se me echaran encima los niños, vinieron Samuel y Lucy y nos fuimos al centro de Molo. Allí compraron algunas cosas para lavar a Francis, Moses y William.

Al día siguiente vi a Francis en Chazon. Era su primer día en el colegio. Había dormido en casa de Margaret, que de hecho es donde vive ahora. Ese día fue de los mejores en el colegio para mi. Fui a varias clases. Estuve en algunas clases de dibujo y en otras de juegos. En Chazon hay varias horas de clases de creatividad, donde entran tanto las clases de baile, de juegos, de dibujo o de teatro; incluso. Algunas de estas clases son al aire libre. Esa tarde estuve jugando al escondite con ellos en Chazon. Realmente divertido. A la salida de clase, yo casi siempre bajaba en la «van» con Samuel. Ese día estuvimos en un barrio que se llama «Moto», en kiswahili. Significa “Fire», en inglés. «Fuego”, en español. De esta anécdota me acuerdo especialmente porque los niños me decían continuamente que el barrio significa «fuego». Era como que les encantaba el nombre del barrio. A mi también me gustó. Creo que no se podría haber llamado de otra manera y no sabría explicar porqué. Quizá era la energía que se sentía estando allí.

El domingo día 12 volví a Molo tras un fin de semana de safari en Masai Mara. Cuando llegué a casa estaban las nuevas voluntarias: Rita, Lidia y Ana.

El lunes día 13 de septiembre empezaba mi tercera semana en Molo y Kenya. Las cosas diferentes que hice esa semana fueron que en algún que otro momento Rita, Lidia, Ana y yo nos íbamos a uno de los bares del pueblo a comer patatas fritas y a beber coca cola y planté patatas en la «shamba» (en el huerto). Un día por la mañana compramos a Margaret, Anne y Esther collares, pulseras y los productos artesanales que ellas fabrican. Además del trabajo solidario que las mujeres realizan para cuidar de los niños y de las personas que están enfermas; las mujeres en Kenya hacen trabajos artísticos y el dinero que sacan de la venta de los productos lo reparten entre todas; independientemente de quienes los hayan vendido y elaborado. Eso me pareció por su parte de auténtico trabajo en equipo y de pura conciencia de grupo humano. Algo novedoso y fuera de la rutina diaria en Chazon fue que un día la profesora de una de las clases me dijo que tenían clase de música y me dejó sola con los niños. Me sentí bastante ridícula. No sabía qué hacer con ellos. Me puse a cantar una de las canciones que ellos solían cantar y me acabaron siguiendo. Cuando terminó la canción; me volví a sentir ridícula de nuevo y ellos continuaron la clase cantando sus canciones. En otra clase estuvimos haciendo imitaciones de personajes y animales y contando cuentos inventados.

Por la tarde nos fuimos caminando hacia casa. Para mi fue un momento muy bonito. Iba agarrada de la mano de un niño en cada mano. A su vez, otros niños agarraban la mano a éstos. Íbamos caminando con paso decidido. A veces cantábamos por el camino y otras veces llevábamos el mismo paso. Caminábamos pisando fuerte y acompasando el paso. Como si estuviésemos sacudiendo el polvo con nuestros pies. Fue muy divertido. Cuando alguno de ellos iba llegando a su casa; se despedía; cruzaba la carretera y los demás continuábamos el paso. La verdad es que ese día yo estuve muy cansada en Chazon, pero sólo por ese momento fue uno de los mejores días en el colegio. Cuando llegamos al centro del pueblo y ya nos habíamos despedido de todos los niños, paramos en la cafetería donde solíamos ir Rita, Ana, Lidia y yo. Comimos pan de mandazi con salchichas, patatas fritas y bebimos coca colas. Luego vinieron Lucy y Lidia, que habían ido a comprar zapatos para algunos niños. Después nos subimos a la «school van» (la furgoneta de Chazón) y fuimos con Samuel. Vimos a Verónica, Modini y a muchos de los niños y niñas que había visto la semana pasada en la iglesia. También estaban Cintia y Leguina; dos niñas que van a Chazon.

Al día siguiente era jueves día 16. Fuimos a comprar paquetes de ugali, azúcar y arroz. Cuando llegamos a Chazon, Lucy nos dijo que los niños tenían exámenes y que nos fuésemos a ayudar en las obras para la construcción de la clase de octavo y en la cocina. Ana se quedó en el office. Rita y Lidia se fueron a la obra y yo me fui a la cocina. Antes de viajar a Kenya, Rita y Ana organizaron una fiesta en Madrid para recaudar dinero para la construcción de la clase de octavo en Chazon. Muchas personas se volcaron en Madrid con esta acción que Rita y Ana emprendieron. Lucy y Samuel llamarán a esa aula «Spain», en honor a los voluntarios españoles que ayudaron en la construcción de esa nueva aula; que está situada al lado de la cocina de Chazon.

Por la tarde nos fuimos a visitar a Margaret para ver a Francis en su nuevo hogar. Después fuimos a visitar a Moses y William, que seguían sin estar como creo yo que tienen que estar unos niños. Pasaban mucho rato solos. Se quedaban fuera de casa hasta que venía su padre o hasta que iba alguien a bañarlos y darles la cena. La última vez que hablé con Lucy me dijo que ahora hay una mujer que pasa más rato con ellos. Uno de los proyectos de Lucy y Samuel es la construcción de un orfanato, donde entrarían niños con situaciones de vida como los de William y Moses.

El viernes día 17 fue mi penúltimo día en Molo. Por la mañana estuvimos Ana y yo participando en la construcción del aula nueva. Luego fuimos con Rita y Robert a plantar un árbol. Cada voluntario planta uno antes de irse. Lucy me dijo que no me olvidase de escribir en el libro de visitas de los voluntarios antes de irme. Después les dije a Lucy y Samuel que despidieran a los niños de mi parte. Samuel me dijo que me tenía que despedir yo. Al cabo de un rato tocó el silbato para que acudieran los niños. Samuel empezó a hablar y les dijo que sabía que estaban cansados por los exámenes y que tenían hambre, pero que se tenían que despedir de mi antes de la comida. Yo dije unas palabras y después me cantaron la canción de “jambo” y la de “time for leave”. Esta última decía algo así como “tiempo de decir adiós”. O algo así. Es tiempo de partir. En la segunda canción ya me eché a llorar. Aunque creo que ya estaba llorando en la primera. Cuando empezaron a levantar las manos y a mover los brazos y a decirme “bye, bye, María, bye”; rompí a llorar. Damaris me dijo que sólo había visto llorar a una voluntaria antes de irse de Chazon. Ahora ya ha visto a dos.

Por la tarde compré chocolates y casi todos se los di a Miriam y Emily. Observaba como jugaban desde la ventana de mi habitación y llamé a Emily y se los di. Si llego a saber que les iba a hacer tan felices hubiese comprado más. Qué fácil es hacer felices a algunos niños. Fue un momento muy bonito para mi.

El día 18 sábado fue mi último día en Kenya. Pasé la mañana sola en casa. Estuve un rato con Jemima; a quien le hice un reportaje fotográfico en toda regla. Luego estuve hablando con Anne, que cuida de Jemima cada día. La otra Anne, (la hermana de Emily y Mirian) vino a casa y me dio una pulsera hecha por su madre. Lucy y Samuel me acompañaron a la estación de autobuses después de comer. Yo tenía ganas de echarme a llorar cuando íbamos en la «van». En la estación, cuando me despedí de la que había sido mi familia en África, me dieron muchas ganas de echarme a llorar. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no llorar desconsoladamente. Pero me emocioné, igualmente.

Lucy le dio indicaciones al conductor del matatu para que le diese el número de teléfono de Patrik al conductor del matatu que va de Nakuru a Nairobi. En Nakuru, el conductor le dio las indicaciones al otro conductor. Llamó a Patrik y le explicó lo que Lucy había dicho. Llovía. Yo estaba muy triste. En Nairobi, el conductor del matatu me dejó en una carretera, como a la entrada de Nairobi. Patrik y Peninah no tardaron en aparecer. Mi idea era irme directamente al aeropuerto, pero Patrik y Peninah me dijeron que me iba a tocar esperar durante mucho tiempo y que no había nada abierto en el aeropuerto a partir de cierta hora. Vimos futbol y una película en su casa y después, a eso de las once y media, me llevaron al aeropuerto.

En el aeropuerto, no se me hizo demasiado pesado esperar. En la sala de espera cogí frío y volví muy acatarrada a España. El catarro me duró dos meses.

En El Cairo era de día cuando llegué. Recuerdo el sol y el cielo cuando despegó el avión. Recuerdo que me sentía muy bien. Llegué a Barcelona hacia las dos de la tarde del domingo día 19 de septiembre.

Fui muy feliz en Kenya. Fue el principio de una nueva etapa de mi vida en lo que se refiere a cómo fue para mi hacer algo con lo que me sentí tan bien.

32 comentarios sobre “Chazon Children Centre en el corazón

    1. Hola, Elisabet.

      Ahora te enviaré la dirección del correo electrónico de la persona con la que tienes que hablar. Muchas gracias a ti

  1. Hola. Me encantaría ir de voluntario a través de esta Ong. Me he leído su página web unas 30 veces y cada una de ellas me ha emocionado tanto o más que la anterior. Me gustaría que me pudieras decir que hiciste exactamente para ir. He mandado un correo a su dirección de gmail. Debo de hacer alguna otra cosa?
    Muchas gracias de antemano.

    1. Hola, Pablo.
      Si has entrado en la página de Chazon Children Centre, que la tengo puesta en el margen derecho del blog, allí encontrarás una dirección de contacto. Pero también te puedes poner en contacto con Iratxe, que es quien suele hablar con los voluntarios. Ahora te enviaré su dirección de correo electrónico a tu cuenta de correo. Muchas gracias a ti por interesarte por Chazon Children Centre.

      1. Hola, estoy muy interesada en hacer voluntariado en Chazon Children Centre. Me gustaría saber con quien puedo ponerme en contacto para informarme de como hacerlo. Un saludo! Gracias.

  2. hola!
    este verano unas amigas y yo vamos a ir a Molo un mes con Chazon. Estamos preparando el viaje con tiempo, nos gustaria que nos dieses algun consejo y qué nos haría falta llevar. Un saludo

  3. Hola! Soy Miren, vi Chazon en un reportaje en la 2tve y desde entonces estoy buscando información para ir este verano ya que me facinó! He mandado un correo a una dirección que he visto en la web pero no se sí está activa o si lo he hecho bien porque no me han contestado, ¿debo hacer alguna otra cosa?¿cómo puedo ponerme en contacto con Iratxe?
    Gracias!!

  4. Hola Almudena,
    He estado mirando la pagina y buah, quiero ir ya!, creo que iré en Abril. ¿podrías mandarme el correo de Iratxe? para preguntarle algunas dudas.
    Muchas Gracias

  5. Hola, soy Laura. Mirando paginas de voluntariado en Africa, he encontrado la páginad e Chazon por casualidad. La verdad que me ha llamado mucho la atención y más aún cuando he visto un reportaje en youtube y experiencias como la tuya. La verdad que estoy muy animada a vivir una experiencia como esta pero a la vez tengo un poco de miedo por la situacion de ese pais según la pagina del ministerio de asuntos exteriores ya que lo califica como un país inseguro y con riesgo y más aún este año por el tema de las elecciones.Por eso me gustaría saber si de verdad hay tanto riesgo y peligro. Muchas gracias!

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    and ideas, lord information and motivation, both of which I need, as a result of
    offer such a helpful tips here.

  7. Hola! Somos dos chicas de 22 años estudiantes de 4º de medicina, llevamos tiempo mirando voluntariados para ir a Kenya y la verdad que este nos ha encantado! Nos gustaria ponernos en contacto contigo para que nos comentaras si la oferta de plazas es grande y un poco lo que tenemos que hacer antes. un beso muy fuerte!

  8. Buenos días:
    Somos una pareja de 22 y 30 años, que nos encantaría poder ir este verano a Kenia y concretamente, después de leerte, a Chazón Centre.
    Ambos tenemos experiencia como voluntarios con ONG en paises de extrema pobreza.
    Hay disponibilidad para este año?

    Podrías darme más información?

    Gracias de antemano y disculpa las molestias.

    Gracias y un saludo.

    1. Hola, Ricardo.
      Si me envías tu dirección de correo electrónico; te mando la dirección de correo electrónico de Iratxe, que es quien mejor te puede informar sobre Chazon. De todas formas te estoy contestando después de un año desde que dejaste el comentario en mi blog y creo que ya habrás ido a Chazon. Si no ha sido así; te respondo a tus preguntas. Para saber si hay disponibilidad o no en Chazon tendrías que ser tu mismo quien contactara con las personas que están en Chazon; que son: Lucy y Samuel. Estas personas son quienes mejor te lo pueden decir. En la página web de Chazon tienes la dirección de correo electrónico de las personas que están allí. La persona con la que contactar en España es Iratxe. En la página también viene su dirección. Esta es la página de Chazon Children Centre: http://www.chazonchildrencentre.org. No sé si con esto he respondido a tus dudas. En cuanto a darte más información; no sé a qué te refieres. En lo que escribí sobre mi experiencia hay mucha información. Si te refieres al dinero que vas a necesitar allí es poco. Unos 300 euros en un mes. Unos 90 euros por un mes allí en los que están incluidos tu manutención y dormir y otros 200 euros más para desplazarte y otras cosas que puedas necesitar. Si además del voluntariado quieres hacer un safari o viajar a algún sitio de Kenia; tendrás que contar con unos 200 ó 300 euros más.

  9. Hola, soy Esther y me gustaria saber si alguien me puede mandar el correo de Iratxe ya que mi pareja y yo queremos hacer el voluntariado en julio tenemos muchisimas ganas de hacer-lo y me gustaria estar en contacto con Iratxe. si alguien me puede mandar su correo le agradeceria.
    muchisimas gracias

  10. Hola, me llamo Carolina me podrías mandar a mi también la dirección de correo de Iratxe, ya que le escribí un correo hace varios días a la dirección que aparece en la página de Chazon iratxe.chazon@gmail.com pero no ha habido ningún tipo de respuesta, igual es otro correo.
    Gracias.
    Un saludo!!

  11. Hola.soy Carmen de.Vitoria y el.proximo.sábado voy a.chazon por primera vez. Me ha gustado mucho tu relato!!!! Espero ser de ayuda.los dias que este alli!!!

  12. Hola me llamo Sara y me encantaría poder vivir una experiencia como a tuya en Chazon , me gustaría ponerme en contacto con la persona encargada de estos viajes para así informarme y poder ir, muchisimas gracias 🙂

  13. Hola Almudena,
    Estoy muy interesada en hacer voluntariado en Kenia y llevo meses recopilando información. Buscando buscando he encontrado tu blog y la verdad es que me he quedado pegada a la pantalla y fascinada leyendo tu experiencia. Me gustaría ir este verano, unas 4 semanas aprox.
    Te agradecería que me facilitaras el correo de Iratxe porque intento mandar mensaje a través de la página web de Chazon y me es imposible.

    Muchas gracias de antemano y enhorabuena por tu blog.
    Sara.

    1. Hola, Sara. Te mando la dirección de correo electrónico de Iratxe por email. Gracias por leer mi experiencia. Estoy segura que la tuya será tan fascinante como la mía. Un abrazo.

  14. Hola Almudena, me he quedado fascinada leyendo tu experiencia, por lo que primero Enhorabuena por tu blog.
    Me encantaría poder colaborar en Chazon Center este verano. ¿Podrías, por favor, facilitarme el email de Iratxe? Así podría contarme con más detalle.
    Muchísimas gracias.

    1. Hola, Sara. Te mando la dirección de correo electrónico de Iratxe por email. Gracias por haber leído la experiencia en Chazon. Me alegro que te haya gustado. Que tengas una gran estancia en Molo. Un beso.

      1. Muchas gracias Almudena!!! Ya he comprado billetes y ahora toca empezar a organiza todo :). Muy ilusionada!!

  15. Envíame la dirección de tu correo electrónico, Sara. No voy a poner aquí la dirección de correo electrónico de Iratxe. Si me pones aquí tu dirección, a mi me llega a mi correo y si no apruebo el comentario, no saldría tu dirección de correo electrónico aquí, pero la puedo ver en mi correo. Espero tu email. Gracias.

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